Resumen: Desde hace más de dos mil años la filosofía y la teología han reflexionado y discutido profusamente acerca de la muerte de Cristo en la cruz, que para muchos constituye un misterio y una paradoja. Ya San Pablo afirmaba en la Carta a los Corintios: “Así, mientras los judíos piden señales y los griegos buscan sabiduría, nosotros predicamos a un Cristo crucificado; escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; más para los llamados, lo mismo judíos que griegos, un Cristo, fuerza y sabiduría de Dios”. Destacados teólogos como Agustín y Lutero han visto en la cruz un límite infranqueable para la razón humana; filósofos como Kant, Hegel y Nietzsche, en cambio, han intentado pensar la muerte de Dios en el horizonte de sus propios sistemas filosóficos. A pesar de los siglos transcurridos, la cruz de Cristo nos sigue interpelando. Pensar la Cruz, sin embargo, supone adentrarse en lo más profundo de la condición humana e intentar entender el misterio del sufrimiento inocente.