Coloquio CER UC abordó el rol de las iglesias cristianas a 50 años del Golpe de Estado en Chile
La actividad ecuménica se enmarca en el compromiso del centro por incentivar el diálogo entre las iglesias.
Cada año entre el 28 de mayo y el 4 de junio se celebra la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, fecha que coincidió con la realización del coloquio “A 50 años del Golpe de Estado en Chile: El rol de las iglesias cristianas”, organizado por el Centro de Estudios de la Religión UC y que tuvo lugar en el auditorio de la Facultad de Historia, Geografía y Ciencia Política UC.
En esta actividad participó un destacado panel de expertos de distintas áreas disciplinarias y de distintas confesiones compuesto por: Izani Bruch, Humberto Lagos, Patricio Jiménez, Claudio Rolle y Luz María Díaz de Valdés. Todos ellos entregaron un punto de vista iluminador para comprender la complejidad de aquel período histórico.
El director del Centro de Estudios de la Religión UC, Prof. Miguel González, en las palabras iniciales destacó que “nuestro centro, ustedes saben, aborda el fenómeno religioso en todas sus dimensiones. Muchas veces cuando se habla de religión se suele asociar con fenómenos negativos como fanatismo, discriminación, etcétera. Pero, frente a eso tenemos que ver la gran diversidad y riqueza del fenómeno religioso y, en ese sentido, este coloquio es una muestra de aquello, porque finalmente el defender al perseguido, el proteger al que piensa distinto, el arriesgar la vida por otro, también es parte del fenómeno religioso y, quizás, la mejor parte del fenómeno religioso”.
Meses antes del Golpe de Estado
Patricio Jiménez, doctor en Historia y académico de la Universidad Alberto Hurtado, fue el encargado de entregar un recorrido histórico de cómo se fueron dando los acontecimientos previos al Golpe de Estado. Desde el fantasma de la Guerra Civil de 1891, el paro de los camioneros, las negociaciones de los distintos partidos políticos y las distintas intervenciones de la Iglesia Católica y otras confesiones para impedir que se desatara una lucha de “imprevisibles consecuencias”.
En esta línea, enfatizó que: “las cosas estaban muy difíciles. De hecho, el historiador Gonzalo Vial sostuvo unos años antes de su muerte que para aquel entonces Chile estaba irremediablemente dividido en dos bloques antagónicos marcados por su odio mutuo. Sin embargo, yo no creo esto. Como he mencionado anteriormente, los obispos estaban muy preocupados por las consecuencias que podría tener una nueva guerra civil y en 1973 seguirían intentando que la salida a la crisis no fuese por el camino de la violencia”.
Mas tarde, el académico miembro del CER UC y director del Instituto de Historia UC, Claudio Rolle, se centró en el periodo de la Unidad Popular, un par de meses antes de septiembre de 1973. Para ejemplificar la labor que desempeñaron las iglesias cristinas y la comunidad judía utilizó la metáfora de un equipo de urgencias, en el cual cada uno tiene un rol vital para salvar la vida de personas.
Las características homicidas del Golpe, obliga, explica Rolle, “a tomar una reacción urgente. No sólo a condenar moralmente, no sólo a hacer la bellísima “Oración por Chile”, que reemplazó al Tedeum; sino que a actuar. Actuar concretamente. Por eso vuelvo a la junta médica, al servicio de urgencias. Cuando hay una situación muy crítica los médicos se juntan, comparten opiniones, y juntos elaboran tratamiento. Juntos se reparten el trabajo (…) lo que hicieron las confesiones religiosas cristinas y también la comunidad judía fue, justamente, eso. Trabajar por la urgencia”.
Cristianos por el socialismo
Luz María Díaz de Valdés, doctora en Historia de la UC, profundizó en la organización “Cristianos por el Socialismo” que estuvo activa entre 1971 y 1973 y que representa la izquierdización de la Iglesia Católica y que tuvo como principal campo de acción en las poblaciones y la zona rural de Chile.
“Se empezó a saber lo que estaba pasando y fueron claves las figuras de estos sacerdotes y religiosas que vivían entre medio de las poblaciones y que tenían un vínculo con los que eran perseguidos por la dictadura para que ellos pasaran información a su jerarquía. Por lo tanto, hay un proceso que, mirado hoy día, es de reparación muy rápida de los que se quedaron en Chile (…) son ellos los que conformaron, lo que podemos llamar, esta red de solidaridad, asistencia y de defensa de los derechos humanos”.
Septiembre de 1973
Humberto Lagos, abogado de la Vicaría de la Solidaridad y miembro de la de Fraternidad Teológica Latinoamericana (FTL), en su presentación hizo hincapié en la acción casi inmediata que tuvieron las distintas tradiciones católicas encabezadas por el cardenal Raúl Silva Henríquez y de tradiciones evangélico-protestantes encabezadas por obispo Helmut Frenz, así como de otros lideres eclesiásticos de la época y de la comunidad judía, una vez ocurrido el Golpe de Estado por generar espacios para las víctimas.
“Los dramas que se vivieron fueron tremendos, enormes, y esos dramas aún los llevamos en el corazón. Y la tarea que dieron testimonialmente las iglesias, la Vicaría de la Solidaridad, el FASIC) Fundación de Ayuda Social de las Iglesias Cristianas), las iglesias evangélicas (…) hay que recordarlas y tenerlas presente siempre, pensando en que un pueblo sin memoria no tiene historia.
Posteriormente, la capellana de La Moneda y obispa de la Iglesia Evangélica Luterana de Chile, Izani Bruch, recalcó que no hubo una postura única de las iglesias respecto a su apoyo al Golpe de Estado, pues algunos sectores que sí mostraron su apoyo como sucedió el 13 de diciembre de 1974 en el llamado “Portalazo”. No obstante, destacó el esfuerzo ecuménico que se hizo para enfrentar lo que estaba sucediendo que se tradujo en la formación de distintas organizaciones como CONAR, El Comité de Cooperación Para la Paz, el Comité Pro-Paz y la Confraternidad Cristiana de Iglesias.
“Es muy interesante mirar nuestra historia, mirar cómo nuestras iglesias fueron capaces de unirse y hacer un trabajo ecuménico. Creo que todo lo que escuchamos fue posible, justamente, por ello. Las iglesias dejaron de lado sus egos, dejaron de ser “la parcela de cada uno” y se unieron para defender los derechos humanos y es un testimonio que merece ser destacado. No todos los países cuentan con un testimonio tan fuerte como este (…) es un desafío hoy hacer memoria de esos trabajos”.
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